Como todos sabemos el periodismo en México no vive
su mejor momento. Para poder ejercerlo
se necesitan valor y amor a la
profesión. Cada año los medios lamentan
muertes y secuestros de comunicadores.
Por lo tanto, sugiero que deben
andar armados los periodistas. No me refiero nada más a armas físicas sino
también espirituales.
Actualmente, cualquier reportero se puede enfrentar
al mundo del hampa. No solo a los
delincuentes comunes, sino también a los de cuello blanco, que resultan más
peligrosos aún. Así, por Ej., cuando matan a un periodista sucede lo
siguiente: protestan ruidosamente los medios, algunas desangeladas manifestaciones, se gritan
consignas, se beben un vaso de agua, y se van a casa los aludidos. ¿Piensan que así encontraran justicia y podrán frenar
la ola de homicidios? ¡Por supuesto! Y será mejor que dejen de soñar.
Porque no les temen ni respetan su profesión quienes
los sobornan y me refiero a los periodistas chayoteros. Reporteros, directores, o conductores de Tv,
se han ganado a pulso ese desprecio por vender su información al mejor postor. Un
buen porcentaje de ellos viven del embute de funcionarios o empresarios quienes les pagan por su silencio o para que los elogien. Para informar lo
"conveniente" y que no enloden su nombre. No importa que hayan cometido fraude, homicidios, o traición a la Patria.
Los medios saben callar y tergiversar la verdad cuando les
conviene. En mi tierra les dicen
m-e-r-c-e-n-a-r-i-o-s.
Es justo decir que el periodismo siempre
ha sido mal pagado. Tal vez por eso en un
momento dado los periodistas sucumben al soborno. A menos que pertenezcan al selecto grupo de
conductores de Tv famosos que también suelen venderse. En México todos los conocemos, como también a periodistas éticos que aman su profesión. Podríamos hacer una lista de ellos pero creo que no es necesario.
He aquí diez recomendaciones prácticas para enfrentar el peligro:
1.- Los periodistas deben ejercer y mantenerse a
buen resguardo con un arma aunque parezca risible. Un gran
número de ellos viven en riesgo constante. Andar a la expectativa cuando reciben
amenazas y con frecuencia deben renunciar
a sus reportajes para conservar la vida. Necesitan una actitud más combativa y desafiante.
2.- Deben
organizarse firmemente por
Estados, pero no para asistir a comidas, ni para recibir sobornos, sino para
protegerse en casos de suma emergencia. Comunicarse entre sí cuando desaparezca un colega. Actualmente, solo protestan débilmente, cuando
asesinan a un compañero, pensando en quién será el próximo.
3.- Deben honrar su profesión con responsabilidad y una firme convicción. Sean egresados de
universidades o improvisados. El amor a la verdad y afán de justicia debe
ser una premisa. No sucumbir ante
amenazas e intentar defenderse con la palabra y con lo que se pueda. Debe ser angustiante vivir en constante peligro pero son gajes del oficio.
4.- Una
profesión tan noble debe priorizar el amor a la verdad por encima de intereses. Que el sueldo no sea motivo de preocupación cuando
se ejerce con excelencia. Dice la biblia: “El
salario es de acuerdo al trabajo”. Los caminos de la recompensa
son múltiples. La misericordia de Dios es infinita.
5.- Es
verdad que hay asociaciones internacionales que solo sirven para obtener una
credencial y no para protegerlos cuando es necesario. Hasta ahora no han podido frenar la
ola de homicidios en México. Toda estrategia debe ser ingeniosa y versátil. Se necesita imaginación para conservar la vida.
6.- Es ingenuo pensar que un periodista pueda ejercer
su trabajo sin protección. Quienes piensen así están bien equivocados. Si los
mandan a Venezuela o Egipto deben ir adiestrados para cualquier emergencia y eso incluye portar un arma. En un país convulsionado todo puede suceder. Conocer defensa personal y tener una constante preparación. Y como sé que a estas alturas estarán pensando que estoy loquito pues ahí la dejamos.
7.- Por supuesto hay formas de protegerse
menos prácticas o violentas. La oración
y meditación suelen obrar maravillas en la vida de un ser humano. Quién cree en Dios y lee la Biblia sabe que está protegido de adversarios. No lo digo yo sino Salmos y Evangelios.
Claro que se necesitan una fe bien arraigada y convicción en las leyes divinas.
A estas alturas me estarán leyendo los comunicadores
con sarcasmo. Pero mantengo firme mis convicciones. Se necesita humildad para escuchar
sugerencias y obtener sabiduría.
Ante la ola violenta es mejor hacer algo, por nimio que parezca, que cruzarse de brazos. La creatividad y la fe mueven montañas.
8.- En todas las épocas hubo profesiones peligrosas y perversidad superlativa. El sentido común
dice que hay que mantenerse a buen resguardo. Los periodistas suelen ser confiados o temerarios. Si denuncian vicios o aberraciones su obligación es protegerse.
No tomar partido en ningún conflicto siendo honestos. Tarea muy difícil para cualquier comunicador.
9.-
Considero que tanto gobernantes, empresarios, y público en general,
respetan al periodista que honra su oficio y lo ejerce dignamente. Que no se vende al mejor postor. Los Ej., sobran en México y son ampliamente conocidos. La mayoría de los directivos reciben fuertes sumas por
"concepto de publicidad". Reporteros que se dejan sobornar para callar o maquillar la verdad. Así nunca
pasarán de pericos perros. La
mediocridad no se lleva con la excelencia.
Está claro que cada profesional brilla con luz propia.
10.- José
Vasconcelos dijo respecto a comunicadores sin ética: “Las plumas vendidas no vuelan alto",
refiriéndose a mercenarios de la información.
Tal como lo ejercen actualmente dos televisoras en México. La sociedad las tiene perfectamente
ubicadas. Los periodistas que han
trascendido son pocos: Francisco Zarco, Fernández
de Lizardi, Gutiérrez Nájera, Manuel Payno, Ignacio Manuel Altamirano, solo por mencionar algunos. Nos dieron claro ejemplo de periodismo ético
y su nombre nunca será olvidado.
Obviamente, en este mundo es más fácil ser corrupto que sincero.
Está circulando una carta de supuestos creadores venezolanos radicados en Venezuela. MI OPINIÓN DE LA CARTA:
Llama la atención que inicien firmando esta carta, ¿intelectuales? radicados en USA, Argentina, y España, justamente los países que se han caracterizado por tener regímenes fascistas. Lo cierto, es que hay una campaña de desprestigio en contra de Nicolás Maduro. El motivo, les duele que Maduro esté compartiendo con el pueblo intereses y propiedades de la oligarquía financiera en Venezuela. ¿Y por cierto, qué opinan los creadores que sí viven en ese país tan convulsionado por la oposición?
Yo me trago el cuento que la libertad de prensa allá no existe. ¿Entonces por qué CNN está difundiendo imágenes impactantes que no pertenecen a dicho movimiento? La jornada, periódico de México, ayer publicó un artículo que denuncia con pruebas este fraude. También vi la entrevista anoche que CNN les hace a estudiantes de oposición y simpatizantes de Maduro. Se nota fanatismo y y odio entre los opositores, nada centrados, y falta de coherencia en lo que afirman. Como siempre, el meollo del asunto, es el poder. Como si dijeran opositores: "Quítate porque ahí debo estar yo". Punto.
LO GRAVE DEL ASUNTO
Por otra parte, es de sobra conocido que USA siempre tiene metidas las narices en TODOS los movimientos armados de América Latina que luchan por liberarse. Lo hizo en México, en 1913, cuando su embajador Henry Lane Wilson, apoyó a Victoriano Huerta, y Félix Díaz, para derrocar en un golpe de estado, a Pancho Madero. También, apoyó al sátrapa de Augusto Pinochet, para derrocar a Salvador Allende, en Chile. Han torcido el camino de la democracia, en Argentina, Colombia, Puerto Rico, Brasil, y un largo, etc.
Yo, como mexicano, no tengo vela en este entierro, pero si me gusta conocer la verdad y no ser engañad por los gringos. Que nadie oculte nada del descontento en Venezuela. ¿Cuál es el origen del problema? Vamonos allá, a mirar de cerca los hechos, a quien le interese conocer la verdad de los acontecimientos.
PD: Por si eliminan mi opinión guardo este post para futuras aclaraciones.
Pasamos una velada agradable y nos quedamos a dormir en el yate. En el camarote me sentí inquieto ante la cercanía de Marilyn que dormía profundamente. Decidí que no era el momento de satisfacer mis deseos, y el sueño me venció completamente. Jamás me aprovecharía de
una mujer en aquellas circunstancias.
Me despertó tempranito el canto de las gaviotas. Me asomé por una ventana
bostezando y con mucha sed. Pardeaban las primeras luces del alba y habíamos regresado nuevamente al puerto. El yate se mecía suavemente cual palmera perezosa. Contemplé a la actriz dormida, y me pregunté: qué soñaba para tener esa sonrisa tan
plácida. Su posición era parecida a la de un feto.
Tal vez añoraba pasajes de su niñez, ¿acaso tenía fantasías oníricas de la felicidad que se le escapaba? Quizá de esa manera evadía una realidad que
la asfixiaba. De algo estaba yo seguro: la estrella no hubiera querido
despertar jamás. Me levanté sigilosamente y me dirigí al baño. La regadera despejó
cualquier vestigio de alcohol.
Abrí la puerta del camarote y observé un carrito simpático
conteniendo el más suculento desayuno: Frutas, yogurt, jugo de naranja, café, pan tostado. Era obvio que la cocinera conocía los gustos culinarios de Marilyn. Regresé a la recámara, y la actriz ya se había despertado. Me saludó con una sonrisa:
--Hola, tesoro, ¿qué hora es? –-y se tocó suavemente las sienes.
Cerró nuevamente los ojos, situación que aproveché para poner una uva en sus
labios. Traje el desayuno y le dije quedito al oído:
--Tengo que reportarme a la jefatura, preciosa.
Argumentó:
--No te preocupes, llamaré ahora mismo a la Capitanía del Puerto para informar que sigues de guardia conmigo. ¿O no está Ud. para cuidarme señor policía?
Sonrió e hizo la llamada. Luego se fue directamente a la regadera. Escuché las gotitas de agua como perlas en tropel que parloteaban. Salió
envuelta en una toalla y se cambió con ropa ligera. Desayunamos y comentó inquieta:
--Anoche tuve un sueño que me impresionó sobremanera. Una águila me perseguía y atrapaba en sus garras. Era enorme, y yo no me podía zafar, estaba aterrorizada. Luego llegaron unos buitres y se disputaron mi persona como trofeo. Suelo tener pesadillas desde que abusaron de mí. --Los sueños revelan lo que no hemos logrado superar... --También tengo sueños hermosos. La otra noche volaba encima de un precioso lago, y repentinamente me caía gritando asustada. Mi madre vino en mi auxilio y me trasladó en sus brazos. Me sentí feliz al verla. ¿Sabrá ella que estoy sufriendo? ¿Existe la gloria y el infierno?
--El alma sobrevive cuando partimos. El infierno lo podemos
vivir ocasionalmente cada día. Si gozas estás en la gloria y si sufres es todo lo contrario. En el mundo astral podemos
comunicarnos con nuestros difuntos. Morir es
tan natural como nacer. Nadie se extingue del todo.
--Qué interesante, ¿y no te da miedo esa información?
--Estoy familiarizado con
el tema. Finalmente todos partiremos algún día y será mejor no temer.
--A la mayoría nos aterra la muerte. pensamos que todo
termina con el último suspiro.
--Es por desconocimiento. Cuando creemos en una vida más
trascendente, desaparece el miedo.
--¿Mi madre me observará desde el cielo?
--Ella sabe que estás sufriendo y tratará de ayudarte.
--Pues ojalá y sea pronto, porque la vida me tiene muy acorralada. Siento que me faltan fuerzas.
Nos dispusimos a abandonar el yate y regresar a nuestras respectivas actividades. A la salida la cocinera le entregó un
telegrama a Marilyn. Ella palideció al leerlo:
--¡Dios mío! Es una demanda de mi compañía cinematográfica por
incumplimiento de contrato. Quieren que
regrese ahora mismo a continuar filmando o pagaré un
millón de dólares. ¿Qué hago, Joe?
Temí que mi respuesta
fuera contraproducente y le dije:
--Haz lo que dicte tu conciencia. Toma la mejor decisión. Eres la única que puede elegir.
--No quiero irme aún. Hace tiempo que no experimentaba la tranquilidad de una playa.
--No te aflijas que todo saldrá bien. A veces hay que arriesgarse y desafiar las circunstancias. Si te quedas será excelente. Si te vas sabré comprenderte.
Se hizo un silencio prolongado y nos miramos con tristeza. Tampoco quería que se marchara pero no quería complicarle la vida con mis exigencias. Ella ya tenía demasiados
problemas para agregarle uno más. Caminamos brevemente por la Avenida costera.
Me percaté que dos tipos vestidos elegantemente a
prudente distancia la seguían. Era obvio que sabían dónde había pasado la noche Marilyn. Ella lo notó y sólo se encogió de hombros diciendo:
--Son guardaespaldas del FBI. Estoy acostumbrada que me
sigan a todas partes.
-¡Guardaespaldas
del FBI! ¿Y qué hacen en territorio mexicano? Si un policía se adentra en USA, lo sacan inmediatamente. Pero ellos entran a México como si fuera su
casa.
-Tienes
razón pero siempre ha sido así. Como EE.UU
es una potencia se sienten los dueños del mundo. México es casi una colonia gringa.
--Marilyn, ¿tanto te cuidan esos señores? Lamentaría que
estuvieras en gran peligro y sin poder ayudarte.
--No te preocupes. Si me voy será esta misma noche, la compañía me mandó boletos de avión. Si me quedo podré recrearme un poco más con la naturaleza.
Como salido de la nada apareció el chofer con la limusina. La abordamos de
inmediato. En el trayecto le pregunté si la compañía de cine podría meterla a la cárcel. Expresó:
--¡Claro que pueden! Y te aseguro que no se andan con rodeos. En estas circunstancias sería lo mejor que me pudiera pasar. Me aislaría de mis problemas. Hasta podría escribiría un libro. No sé, hay tanto que hacer en una prisión.
Marilyn era una mujer admirable no cabía duda. No le temía a la cárcel ni a sus victimarios. En ella se conjugaban maravillosamente belleza y temeridad. Yo no había aquilatado su valor hasta ese momento.
Y pensar que también tenía su lado platónico. Pero al ver aquellos
hombres siguiéndola supuse que no era dueña de su vida como quería. Las grandes estrellas cuentan con guardaespaldas todo el tiempo. Pero los agentes se comportaban más bien como sicarios. No inspiraban nadita confianza con sus lentes oscuros.
Yo no tenía nada que perder y sí mucho que ganar con su amistad. No me importaban el peligro ni las circunstancias. En el fondo me sentía afortunado de ser su amigo. Estaba sacudiendo mi vida como un terremoto.
Nos despedimos como siempre a las puertas de su suite. Le pregunté si podía llevarla más tarde a otro balneario. Expresó apesadumbrada:
--No, Joe, ya no me busques. Si
decido quedarme yo lo haré. Quiero hacer un balance de mi vida. Márchate sin despedirte. Adios, y gracias por todo. Fue un placer.
Di la media vuelta y caminé unos pasos. A mí me entristecía más su partida. Me detuve brevemente para escuchar:
--Si me voy te dejaré un recado en la recepción.
Necesitaba
encontrar su propio equilibrio. Y yo sólo era un intruso que
estaba alterando sus planes. No era mucho lo que podía ofrecerle. Hablé con mis compañeros que vigilaban su suite y solicité al comandante me diera el día franco. Regresaría cuando Marilyn ya no estuviera. No quería presenciar su partida.
Sentía la
urgente necesidad de caminar y perderme entre la muchedumbre anónima. Una sociedad ajena a la vida de Norma Jean. Me encaminé a mi hogar y disfruté la soledad escuchando música.
Pensé que era la última vez que veía a Marilyn. Era hora de despertar de un sueño. La actriz era un pajarito errante que
volaba de rama en rama. Que resolviera sus problemas aunque tuviera que marcharse. No obstante, abrigaba esperanzas que se quedara.
Observé que mi hogar se encontraba más sucio que nunca. En realidad parecía un muladar con platos tirados por todos lados. No
era el lugar ideal para albergar a una diva. Seguramente Marilyn al ver mis
calcetines y ropa interior tirada, hubiera salido corriendo. La
pulcritud no era una de mis cualidades. Me alegré que no hubiera tenido
oportunidad de conocerlo.
Me reconfortaba saber que ella también había conocido la pobreza al venir de orfelinatos. A decir verdad tampoco me importaba demasiado. Sólo llegaba a dormir a mi departamento y pasaba el mayor tiempo trabajando. Hice el aseo y limpié mis botas. Sobre el buró una pistola coult 45 brillaba impecable. Percibí que el ejercicio resultaba terapéutico.
Tenía varios días que no veía a mi novia y la
llamé por teléfono. Noté que estaba molesta conmigo. Tenía razón mis
ausencias eran cada vez más inexplicables y prolongadas. Había una señora mayor que también aseaba mi departamento y tampoco había venido. Fabiola era una gran
amante, pero tenía como penitencia asear mi cuarto antes de acostarse conmigo.
Recostado pensaba insistentemente en
la partida de Marilyn. Lamentaba no haberla podido conocer más íntimamente.Ni pude comprobar si era un torbellino
en la cama. Pero había conocido su alma y eso era lo más importante.
Contemplé con devoción y largo rato en la pared el poster rojo que me había
autografiado. En el que se leía con letras grandes: “Con todo cariño para Joe. M M."
Simplemente volvería a mi trabajo
y me olvidaría de todo. Me dormí con añoranzas y sin despertar toda la
noche. Tuve una pesadilla espantosa que me dejó apesadumbrado. Ahí Marilyn abordaba un barco extraño, y todos sus tripulantes eran gente ya difunta. Personajes célebres que se mostraban felices al verla: Rodolfo Valentino, Jeans Dean, Lupe Vélez, Abraham Lincoln, Frida Khalo, y otros más que ya no recuerdo.
Veía sus
rostros de un color azulado y pálido. Todos sonreían gentiles rodeando a
Marilyn como una princesa. Se desvivían
por atenderla. Algunos habían muerto en circunstancias trágicas.
En un enorme palacete recibieron a Marilyn como una reina de la belleza y el glamour. Ella sonreía radiante y satisfecha. Se sentó en un estrado, y todos los
presentes le brindaron nutridos aplausos. Desperté sobresaltado.
Pasamos una velada agradable y nos quedamos a dormir en el yate. En el camarote me sentí inquieto ante la cercanía de Marilyn que dormía profundamente. Me recosté en un sillón tratando de tranquilizarme. Mis deseos fueron cediendo y el sueño me venció completamente. Jamás me aprovecharía de
una mujer en semejantes circunstancias.
Me despertó el canto de las gaviotas. Me asomé por una ventana
bostezando y con mucha sed. Pardeaban las primeras luces del alba y habíamos regresado nuevamente al puerto. El yate se mecía suavemente en el oleaje cual palmera perezosa. Marilyn dormía como un bebé. La contemplé y me pregunté qué soñaba para tener esa sonrisa tan
plácida. Su posición era parecida a la de un feto.
Tal vez añoraba pasajes de su niñez, ¿o acaso tenía fantasías oníricas de una felicidad que se le escapaba? De esa manera evadía una realidad que
la asfixiaba. De algo estaba yo seguro: la estrella no hubiera querido
despertar jamás. Me levanté sigilosamente y me dirigí al baño. La regadera despejó
cualquier vestigio de borrachera.
Abrí la puerta del camarote y encontré un carrito simpático
conteniendo el más suculento desayuno: Frutas, yogurt, jugo de naranja, café. Era obvio que la cocinera conocía los gustos culinarios de Marilyn. Regresé a la recámara cuando la actriz ya se había despertado. Me saludó con una sonrisa:
--Hola, poeta, ¿qué hora es? –y se tocó suavemente las sienes.
Cerró nuevamente los ojos situación que aproveché para poner una uva en sus
labios. Le mostré el desayuno y le dije quedito al oído:
--Tengo que reportarme a la jefatura, preciosa.
Argumentó:
--No te preocupes, llamaré ahora mismo a la Capitanía del Puerto, para reportarles que sigues de guardia conmigo. ¿O no está Ud. para cuidarme señor policía?
Sonrió e hizo la llamada. Luego se fue a la regadera. Escuché las gotitas de agua como perlas en tropel que parloteaban. Salió
envuelta en una toalla y se cambió con ropa ligera. Desayunamos charlando amigablemente. Comentó inquieta:
--¿Sabes, Joe? Anoche tuve un sueño que me impresionó donde un águila me perseguía y atrapaba en sus garras. Era enorme y yo no me podía zafar estando aterrorizada. Llegaron unos buitres y se disputaron mi persona como un trofeo. Suelo tener pesadillas desde que aquel sujeto abusó de mí. --Los sueños revelan lo que no hemos logrado superar. --También tengo sueños bonitos. Una noche volaba encima de un hermoso lago, repentinamente me caía y gritaba asustada. Mi madre vino en mi auxilio trasladándome en sus brazos. Me sentí tan feliz al verla. ¿Sabrá ella que estoy sufriendo? ¿Existe la gloria y el infierno?
--Creo que el alma sobrevive cuando partimos. En cuanto al infierno lo podemos
vivir ocasionalmente cada día. Si gozas estás en la gloria y si sufres es todo lo contrario. Durante el sueño podemos
comunicarnos con nuestros difuntos. La muerte es
tan natural como el nacer. Nadie se extingue del todo.
--Qué interesante, ¿y no te da miedo poseer esa información?
--Estoy familiarizado. Todos partiremos algún día y será mejor no temer.
--A la mayoría nos aterra pensando que todo
termina con el último suspiro.
--Es por desconocimiento. Cuando creemos en una vida más
trascendente desaparece el miedo.
--¿Mi madre me observará desde el cielo?
--Creo que sabe que estás sufriendo y tratará de ayudarte.
--Pues ojalá y sea pronto porque la vida me tiene muy acorralada. Siento que me faltan fuerzas.
Nos dispusimos a abandonar el yate y regresar a nuestras respectivas actividades. A la salida interceptó la cocinera a Marilyn y le entregó un
telegrama. La actriz palideció al leerlo:
--¡Dios santo! Es de mi compañía cinematográfica y me están demandando por
incumplimiento de contrato. Quieren que
regrese a continuar filmando o me demandarán por un
millón de dólares. ¿Qué hago?
No entendía mucho de cine y temí que mi respuesta
fuera contraproducente. Comenté:
--Haz lo que dicte tu conciencia y toma la mejor decisión. Eres la única que puede elegir.
--Yo no quiero irme aún. Hacía tiempo que no visitaba una playa.
--No te aflijas que todo saldrá bien. A veces hay que desafiar las circunstancias. Si te quedas será excelente. Si te vas sabré comprenderte.
Se hizo un silencio prolongado y nos miramos uno al otro. Yo tampoco quería que se marchara. Pero tampoco quería complicarle la vida con mis exigencias. Ya tenía ella demasiados
problemas. Caminamos brevemente por la Avenida costera.
Me percaté que dos tipos vestidos elegantemente a
prudente distancia la seguían. Era obvio que sabían donde había pasado la noche Marilyn. Se lo hice saber y solo se encogió de hombros diciendo:
--Son guardaespaldas del FBI. Estoy acostumbrada que me
sigan a todas partes. Puedo hacer con mi vida lo que quiera.
-¡Guardaespaldas
del FBI! ¿Y se puede saber qué hacen en territorio mexicano? Si un colega se adentra en USA lo sacan inmediatamente. Pero ellos entran a México como si fuera su
casa.
-Tienes
razón pero siempre ha sido así. Como EE.UU
es una potencia mundial se sienten los dueños del mundo. México es casi una colonia gringa.
--Marilyn, lamentaría que
estuvieras en gran peligro y yo no pueda hacer nada.
--No te preocupes. Si me voy será esta misma noche. La compañía me mandó boletos de avión. Si me quedo podré recrearme un poco más con la naturaleza.
Como salido de la nada apareció el chofer con la limusina. La abordamos de
inmediato. En el trayecto le pregunté si la compañía de cine podría meterla a la cárcel. Expresó convencida:
--¡Claro que pueden! Y te aseguro que no se andan con rodeos. En estas circunstancias sería lo mejor que me pudiera pasar. Me aislaría de mis problemas y tal vez ahí me dejaría en
paz los Kennedy. Hasta podría escribir un libro. No sé, hay tanto que hacer en una prisión.
Marilyn era una mujer admirable. No le temía a la cárcel ni a sus victimarios. En ella se conjugaban maravillosamente la belleza y temeridad. Yo no había aquilatado su valor hasta ese momento.
Y pensar que tenía también su lado platónico. Al ver aquellos
hombres siguiéndola supuse que la diva no era dueña de su vida como pensaba. Las grandes luminarias cuentan con guardaespaldas todo el tiempo. Pero aquellos individuos se comportaban más bien como sicarios. No inspiraban nadita de confianza con sus lentes oscuros.
Yo no tenía nada que perder y sí mucho que ganar. No me importaban el peligro ni las circunstancias. En el fondo me sentía afortunado de ser su amigo. Estaba sacudiendo mi vida como un terremoto.
Nos despedimos como siempre a las puertas de su suite. Le pregunté si podía pasar por ella más tarde
para llevarla a otro balneario. Expresó con tristeza:
--No, Joe, ya no me busques. Si
decido quedarme yo misma lo haré. Quiero poner en orden mis pensamientos. Ahora márchate porque las despedidas me entristecen. Me remontan a un pasado de soledad y abandono. Adios, y gracias por todo. Fue un placer.
Di la media vuelta y caminé unos pasos. A mi me entristecía más su partida. Me detuve brevemente para escuchar:
--Si me voy te dejaré un recado en la recepción.
Necesitaba
estar en comunión con ella misma. Yo solo era un intruso que
estaba alterando sus planes. No era mucho lo que podía ofrecerle. Sentía la
urgente necesidad de caminar y perderme entre la muchedumbre anónima. Una sociedad ajena a la vida de MM. Me encaminé a mi hogar y disfruté la soledad escuchando música.
Supuse que era la última vez que veía a Norma. Era hora de despertar de un sueño. Seguramente la actriz era un pajarito errante que
volaba de rama en rama. Que resolviera sus problemas aunque tuviera que marcharse esa noche. En el fondo abrigaba la esperanza que se quedara.
Observé que mi hogar se encontraba más sucio que de costumbre. Parecía un muladar con platos tirados por todos lados. No
era el lugar ideal para hospedar a una estrella de cine. Seguramente Marilyn al ver mis
calcetines y ropa interior tirada hubiera salido corriendo. La
pulcritud no era una de mis cualidades. Me alegré que no hubiera tenido
oportunidad de conocerlo.
Me reconfortaba saber que ella también había conocido la pobreza al venir de orfelinatos. A decir verdad tampoco me importaba demasiado. Solo llegaba a dormir a mi departamento y pasaba la mayor parte del tiempo trabajando. Hice el aseo y limpié mis botas. Percibí que el ejercicio resultaba terapéutico.
Tenía varios días que no veía a mi novia y curiosamente no la extrañaba. La
llamé por teléfono y estaba muy molesta conmigo. Tenía razón mis
ausencias eran cada vez más inexplicables y prolongadas. Había una señora mayor que también aseaba mi departamento y tampoco había venido. Fabiola era una gran
amante pero tenía como penitencia asear mi cuarto antes de acostarse conmigo.
Recostado pensaba insistentemente en
la partida de Marilyn. Lamentaba no haber tenido oportunidad de conocerla más íntimamente. O tal vez no supe aprovechar la ocasión.Ni pude comprobar si era un torbellino
en la cama. Pero había conocido su alma y era para mi lo más importante.
Contemplé con devoción y largo rato en la pared el poster rojo que me había
autografiado. En el que se leía con letras grandes: “Con todo cariño para Joe. M M."
Simplemente volvería a mi trabajo
y me olvidaría de todo. Me dormí con añoranzas y sin despertar toda la
noche. Tuve un sueño desagradable que me dejó apesadumbrado. Marilyn abordaba un barco extraño en donde todos sus tripulantes eran gente ya difunta. Personajes famosos que se mostraban felices al verla: Rodolfo Valentino, Jeans Dean, Lupe Vélez, Frida Khalo, y otros más que ya no recuerdo.
Veía sus
rostros de un color azulado y pálido. Todos sonreían gentiles rodeando a
Marilyn como una princesa. Se desvivían
por atenderla. Algunos habían muerto en circunstancias trágicas.
En un enorme palacete recibieron a Marilyn como una reina de la belleza y el glamour. Ella se mostraba radiante y contenta. Se sentó en un estrado y los
presentes le brindaron nutridos aplausos. Desperté sobresaltado.
No sé si agradecer o lamentar mi llegada a ese
taller. Fue el primero que conocí, y ciertamente, aprendí bastante. Aprendí a
expresarme, a corregir, y ¿por qué no? A defender mis ideas. También aprendí a
soñar y a trasnocharme.
Se dice que ningún taller te puede enseñar a escribir, que la vena literaria es
algo que se trae de nacimiento. Hay algo de verdad en eso, acaso sólo se pueda
adquirir el amor por la literatura y
arte. Un poco de técnicas y conocimientos ortográficos para expresarte mejor.
La mayoría buscamos la convivencia o la chorcha, y almas afines que piensen como
nosotros. Seres sensibles e independientes que pretenden encontrar en la pluma
su razón de ser. No siempre lo logramos por supuesto.
En aquel taller pasaron cosas interesantes como bochornosas o muy desagradables.
Entre las primeras está el haber escrito una antología llamada: “15 escritores
en ciernes”, con la participación de quienes lo conformábamos. Fue una época bohemia de grandes conflictos
existenciales que dejaron honda huella en nuestro espíritu.
En el taller participábamos leyendo nuestros textos. Al final cada uno exponía su punto de vista. Anhelábamos convertirnos en plumas fecundas y
destacadas. Una mezcla de gente rara de
muy diversos caracteres. Burros sin mecate, perros sin dueño, bohemios por dentro
y por fuera. “Es natural, son artistas”, se decía.
Algunos tenían talento pero otros carecían de el. Los había con hormonas activas y deseos de
proyectarse en varios periódicos. En Acapulco, hasta las letras tienen la impronta
de la diversión. Hay una vida nocturna
variada que difícilmente se puede vivir al margen.
Recuerdo que me dijeron al llegar: “¿quieres leer algo?”, y me pasaron al
estrado como si yo fuera el candidato de la próxima contienda. Me negué a
hacerlo, por supuesto, era como desnudarme frente a unos desconocidos. Al ver
que yo no entraba en confianza me leyeron una versión porno de Blanca nieves y
los 7 enanos. Yo me revolvía nervioso
en el asiento mientras mis compañeros intercambiaban miradas de complicidad.
Yo llevaba mis cuentitos bajo el brazo, ¡claro!, y unos cuantos condones por si
las dudas. “Ahí hay de todo”, me dijo Ricardo, un jipi venido a menos que
llevaba una vida disipada, con chicas, drogas, y mucho sexo. No seas tonto me
expresó, “en ese taller te vas a desentumir y a relacionar”. Ricardo soñaba con
ser un gran novelista pero nunca concluyó un libro. Empezaba entusiasmado, pero terminaba
frustrado y renegando de todo. Casi le tenía
pavor a la hoja en blanco, un síndrome muy común entre autores.
Yo anhelaba encontrarle un nuevo rumbo a mi vida. Cansado de una vida
sedentaria y descolorida, carente de emociones y sucesos que la transformaran. Hartado de ser el chico bueno de la familia,
trabajador, responsable, y prisionero de mis propios hábitos. Sólo la escritura
me permitía volar de vez en cuando y escapar de esa situación que me asfixiaba.
La rutina y el aburrimiento, también matan, la creatividad y el pensamiento
positivo.
Por eso me alegré sobremanera cuando me invitó Jimena a ese taller, una ex
compañera universitaria. “En el conviven escritores y gente muy creativa”, me animó.
Mis expectativas subieron al máximo. Por
fin tendría la oportunidad de conocer a mis autores favoritos: Carlos Monsiváis, Elena
Poniatowska, José Emilio Pacheco, o ya de perdida a Camilo José Cela.
Mi desilusión no pudo ser mayor. Solo encontré a un viejito de luengas barbas que cuando leía un cuento parecía que padecía delirium tremen. “El santo niño”, le decían, y era el fundador
del grupo. No era un gran narrador pero
sí un verdadero amante de las letras.
Gran declamador de Neruda, Machado, y Sor Juana, conocía al dedillo a
los clásicos y cuanta corriente literaria existiera. Aunque era oscuro en su
prosa aprendimos mucho de él.
En todo grupo siempre hay líderes y gente que trata de manipular a los otros. No podía
faltar, Carlota, una chica antipática, mandona, y con actitudes de
superioridad. Se decía, “la directora”
del grupo, cuando es bien sabido que ahí no existen. Era conocida en el gremio con un apodo nada
estilístico de: “la huevos fritos”. Curiosamente era muy guapa y casi todos la
odiaban.
También era miembro del grupo, Cesar, un bromista mitad filósofo mitad payaso,
que solía reírse a la menor provocación.
Hacía bromas pesadas a todos los compañeros. Escribía cuentos de corte
ecológico y ciencia ficción, y estaba por concluir su carrera de abogado.
“Ustedes necesitan vivir muchachos”, nos conminaba invitándonos a beber cerveza a los bares. Solía afirmar que: “Los mejores escritores se
forman en una cantina”, y vaya usted a saber por qué. Seguramente compartiendo la tesis de Willian
Fulnerk quien opinaba lo mismo.
Otro asiduo concurrente era, “la carmensa”, un homosexual que se creía la
reencarnación de Marlene Dietrich, la imitaba en casi todo. Se llamaba Ezequiel, pero era conocido con su
nombre artístico en la vida nocturna del puerto. Escribía cuentos y poemas de corte erótico y
contenido gay. Trabajaba en un Bar muy popular como travestí, y ciertamente
tenía talento para la poesía. Siempre
andaba bien maquillado, vestido a la moda, con aretes, turbantes, pulseras.
También asistían al taller, dos estudiantes de secundaria, fieles discípulos y
seguidores de “la huevos fritos”. Eran tan rojillos y ruidosos como cacatúas, y más
parecían merolicos de los que venden ungüentos para los callos. Se dirigían a
ellos como, “los educandos”, nunca supe porqué estaban ahí ya que no escribían
cuentos ni nada. Tal vez para matar el tiempo simplemente o quizá ya no los
querían en su casa. ¡Ah, y para hacerle el caldo gordo a Carlota con sus
propuestas!
Y para darle más colorido al asunto, una actriz vieja de los años setentas radicada en Acapulco, que aún conservaba el glamur y rasgos bellos de sus años
mozos: Indira Raquel, era la única figura más o menos conocida en el grupo.
Tenía un libro escrito que había sido un fracaso: “La vida íntima de una dama
del teatro”. Recién divorciada trataba de olvidar en la literatura sus
frustraciones y buscaba afanosamente un nuevo amor. “Estoy sola”, se quejaba.
Otro elemento que le daba un toque de cordura a aquel taller y le imponía
cierta disciplina y severidad era el
amante de “la huevos fritos”. Un catedrático universitario tan culto y amante
del arte como indeciso y falto de carácter. Fabián Cano, “el señor Cano” le
llamábamos cariñosamente. Estaba muy relacionado con el gobierno y Universidad tenía varios libros publicados de corte académico. Era un placer platicar con
él por su extraordinaria cultura.
Había entre los compañeros una chica llamada, Karina, muy apta para la
poesía. Que tenía una mirada de ensueño
y una sonrisa angelical. Yo diría que todo el que llegaba al taller se quedaba
con la firme determinación de ligar con ella algún día. Era ese tipo de chica
de la que te enamoras a primera vista. Guapa, sensual, e inteligente. Nos
llamaba solemnemente, "compañeros", y era ese aire de misterio e
indiferencia el que nos conquistaba. Le gustaba declamar y cantar en las
veladas que organizábamos en la playa u otro lugar. Pero, ¡oh desilusión!,
tenía marido y dos hijos la muy endina.
Un día nos mandaron un tallerista de la SOGEM, (Sociedad General de Escritores
de México), llamado Rosendo del Peral. Nos impartió un curso sobre poesía
moderna y Literatura del siglo XIX. Era muy bueno en su materia, y conocía
mucho de técnicas literarias pero a mí juicio no tenía habilidades para la narrativa. Es frecuente que entre amantes de las letras haya personas aptas para enseñar pero no para escribir.
El profe ni se daba por aludido y seguía escribiendo todo el tiempo. Sin embargo reconocíamos que gracias a él
cada uno escribió su propio librito en el taller. Rosendo no tenía un sueldo pero un Instituto
cultural le daba una compensación y hasta le pagaba el hotel.
Por nuestra parte, a veces le invitábamos una cena o un café o bien llevábamos cigarrillos. Tenía una amante mucho más joven que él y era tan
celoso y posesivo ¡que ¡llegó a armarle cada escena! Su novia sí que tenía
talento para la narrativa y está a punto de lanzar su primer libro de cuentos, se llama: Alma Ruth Cadena.
Jimena y un servidor, seguramente entrábamos en esta clasificación
esquizofrénica que he mencionado. Que
si me obligan a decirlo les diré que tenía como característica fundamental el
terror a la rutina y delirios intelectuales, y también deseo de fama. Sí, oyó
bien, deseo de fama. Aquí quiero hacer
un paréntesis. Quien escribe anhela
trascender en el mundo de las letras.
Aunque la mayoría afirmen que escriben para sí mismos eso no puede ser
verdad. De ser así guardarían sus
textos en un armario y no publicarían nunca.
Creo que es todo lo contrario y el deseo de cualquier escritor es ver
publicadas sus obras.
Es muy común que, por una mal entendida modestia, afirmen que no les interese el reconocimiento o
la popularidad. Parece que no son
sinceros y muy en el fondo aspiren a lograr ese corolario algún día. Si lo
logramos o no ya es harina de otro costal.
Aunque en principio escribimos por motivos muy personales pronto nos
damos cuenta que somos seres terriblemente exhibicionistas desde el momento en
que mostramos nuestro textos a propios y extraños.
Toda profesión implica sacrificios.
Largas horas de ensayo y corrección con el oficio de las letras. También sacrificar tiempo, dinero, y esfuerzo.
A todos nos gustaría tener millones de
lectores. Como toda profesión glamorosa
las candilejas y el glamur nos llaman. La
mayoría nos quedamos en el intento por falta de disciplina o constancia. El trabajo de escritor es arduo y poco
remunerado, cuando menos en América latina que son países que leen poco. Se
necesita hacer de la escritura un proyecto de vida. Tener un trabajo que nos asegure el
sustento para poder escribir.
Ahora bien, ¿qué de malo tiene en anhelar reconocimiento a través de las letras? Es tan loable como las aspiraciones de
cualquier obrero o profesionista. Más legítimo que las aspiraciones de un político que
solo busca el poder para avasallar y lucrar.
No es ninguna vergüenza querer proyectarnos en el mundo del arte. Tiene
más mérito una aportación intelectual que de cualquier otra índole. Los
escritores plantean realidades alternativas y además divierten o motivan.
Dicen que los buenos libros tarde o temprano obtienen el reconocimiento. También
es verdad que hay autores valiosos que pasan desapercibidos. Los autores que triunfan se cuentan con los
dedos de las manos porque hay demasiados factores que contribuyen al éxito. Uno de ellos es el estilo, otro las
relaciones, y también la ardua preparación y trabajo. Seguramente el factor suerte cuenta mucho.
Desgraciadamente en el mundo editorial la mayoría de los autores nos quedamos
en el intento. Más poquitos son los que
tienen éxito escribiendo best sellers. Paradojas de la vida en el arte literario. Los contactos y buenas relaciones pueden
lograr maravillas. Dicen que ganar
premios es una base segura para publicar pero no garantiza el éxito. Por supuesto al final la última palabra la
tiene el público. Es quien decide
finalmente que autores se consagran y quiénes no.
Una duda me atosiga, ¿Cuál es el secreto del éxito de cualquier escritor? Seguramente nadie lo sabe ni siquiera los que han llegado a la cumbre. Y también, ¿Cuáles
son los factores que conforman un best seller? Sería interesante descubrirlo.
En lo personal no me gustan los pseudonimos porque es una forma de escondernos
de nosotros mismos. Es como ponerse una capucha en un concurso de belleza.
Nadie querrá conocer a un autor que no da su nombre y se pensará con razón que
algo esconde. ¿Qué pensarían los lectores de un escritor que no firma sus textos?
Y que tampoco podemos ver su media filiación.
Existe también la popularidad tristemente célebre. Soñar con el
reconocimiento es loable siempre y cuando se base en el trabajo y talento. Jimena,
era metafísica y se sentía tocada por la divina providencia cuando hablaba a
los compañeros del karma. Ellos, la escuchaban atentos e incrédulos, seguramente
pensando que estaban frente a una compañera carente de cordura. Dicen que hasta
para crear se necesita un poquito de locura. Los poetas trabajamos con la imaginación y
ciertamente somos fantasiosos. También es verdad, que solo una persona que no
está en sus cabales se atreve a meterse a un taller a convivir con soñadores.
Para paliar un poco estos agravantes de carácter les diré que teníamos a
nuestro favor publicar nuestras cositas en cualquier diario local. “La fama está
hecha de papel periódico”, escuché decir a una columnista de sociales. La mayoría de los miembros escribíamos
frenéticamente y con grandes esperanzas de publicar o “hacernos escritores” algún
día. Si lo logramos o no ya es harina de otro costal.
La “huevos fritos”, se dedicaba a pedir dineros al Ayuntamiento a nombre de
nuestro taller sin consultarnos. Esto nos enfurecía pero nadie se atrevía a
reclamarle nada por temor a armar una gresca. De vez en vez se acostaba con
algún funcionario de primer nivel para arrancarle alguna canonjía en nombre de
“la cultura”. El marido y nosotros nos
hacíamos de la vista gorda ya fuera por conveniencia o para no entorpecer el
desarrollo del grupo.
Un día me presentaron a Nicole, una francesa avecindada en Acapulco. Era la dueña
de un restauran de postín, y el flechazo fue inmediato, “me gustan tus ojos”, me expresó. Escribía cuentos costumbristas,
cartas de amor, y tenía gran habilidad para los negocios. Nadie como ella para
hablarnos de historia universal, pintores del renacimiento, o autores clásicos. Los sábados organizábamos la gran comilona en
su casa con bebidas y música country. Su hogar era una especie de santuario en
donde pernoctaban los seres más creativos del planeta. Éramos como sus
protegidos y nos llamaba cariñosamente: “mis poetas”. Cantábamos, bailábamos, y declamábamos. A ritmo
de danzón, tango, y hasta samba.
Una noche, ya entrados en copas, decidimos recorrer como otras veces las
entrañas del Acapulco nocturno. “Vámonos al zorrito a convivir con las
putitas”, sugirió Jimena, que estaba escribiendo un cuento sobre burdeles. Nos
pareció excelente la idea. Llegamos al “ Zorrito”, un lugar de desnudistas de
los más exclusivos del puerto. La música
disco es estremecedora y el colorido fascinante.
El lugar estaba lleno y había un ambientazo bárbaro. La música eléctrica invitaba
a bailar y las ficheras se daban vuelo con los turistas. Fue Nicole, con su
mentalidad gala, quien sugirió fichar con los clientes. Diciendo y haciendo, se sentó en una mesa e
invitó a bailar a un parroquiano. Éste
la miró desconcertado pero se dejó querer y fue a danzar con ella bien
abrazadito. Le siguió “la huevos fritos”, que tenía un cuerpazo y era de armas
tomar. “Esta noche seremos putitas”, sentenció la lideresa. Ahora comprendía yo
por qué ese apodo tan elemental. Jimena, también le entró a la fichada, mientras
los demás tomábamos y fumábamos como chacuacos.
En el fondo todo era un juego y nosotros lo sabíamos. Por supuesto, “la
carmensa”, no quiso quedar atrás y las retó:
-¿A que no se atreven a desnudarse bailando?
-¿Oye Carmensa, qué te pasa –protestó Indira Raquel- ¡Nos van a correr de aquí!
-¡Claro que no ingenua porque el dueño es mi amigo!, –contestó el travestí.
Nicole le tomó la palabra, y le dijo-: ¿Quién empieza?. “La carmensa”, se dirigió a los vestidores y
Nicole lo siguió dócilmente. Pronto oímos al animador que anunciaba:
-¡Y ahora directamente de París Nicole la Diosa de fuego!
Nicole salió luciendo un traje de amazonas que lentamente se fue despojando.
Había gracia y simetría en sus movimientos. A sus treinta y ocho años aún tenía
mucho que enseñar. La música es vibrante, rítmica y sensual. La francesita, era
tan buena fichando como bailando. Comenzó a quitarse la ropa con voluptuosidad y elegancia. Sin inhibiciones, por lo que el
momento cumbre llegó.
¡En la torre! Nunca pensamos que Nicole fuera capaz de enseñarnos su palmito.
Seguramente recordaba viejos tiempos allá en su tierra natal. En el escenario gritaban entusiasmados los
parroquianos: ¡Mucha ropa! ¡fuera ropa! La francesita bailó de todo completamente desnuda, hasta una rumba con sombrero charro. “Me siento muy “mecsicana”
esta noche", decía graciosamente con su acento galo. Estábamos fascinados
con aquel improvisado show.
“La carmensa”, como todo un travestí experimentado, salió más estrafalaria aún.
Parecía una rumbera de los años cuarentas con ese gran penacho de flores rojas.
Acostumbrado a cantar y bailar aquello era pan comido. Pero esta vez, “la Carmensa” llegó más lejos aún, y también
decidió desnudarse. Es bien sabido que
en un ambiente de burlesque todo mundo mete mano, grita, se extralimita. Pero “carmensa”
tenía su propio concepto de la decencia y decoro. Alguien le tocó las nalgas
y trató de introducirle un dedo en el ano. Esto la enfureció sobremanera y sin
más miramientos estrelló una botella de brandy en el rostro de aquel osado
parroquiano. Cayó como fulminado por un rayo en medio de un charco de sangre.
En cuestión de minutos el lugar se llenó de ambulancias, policías, y periodistas
“¡Dios mío está muerto!”, gritaban las pupilas. El antro se transformó en un pandemónium.
Algunos alcanzaron a correr pero la mayoría nos quedamos atrapados. El dueño cerró las puertas herméticamente para
que nadie escapara. Estábamos francamente
consternados y hasta se nos quitó la borrachera. Se trataba de un crimen y teníamos
que hacer declaraciones.
Nos detuvieron a todos, incluyendo a los turistas. A “carmensa” y a Nicole, se
los llevaron esposados. Los fotógrafos de prensa se daban vuelo. Indira Raquel, lloraba amargamente, su reputación de actriz muy conocida estaba en juego.
“¡Por favor díganles a los fotógrafos que no me tomen!”, suplicaba histérica.
Jimena, “la huevos fritos”, el maestro Cano, se limitaban a observar todo muy
compungidos. Yo me sentía aturdido pero entusiasmado de poder narrar esta
experiencia algún día. Nunca sospechamos que la juerga terminaría de esa manera. Cesar estaba tan borracho que quería seguir la parranda.
Karina, a última hora declinó la invitación.
¡Y qué bueno!, porque fue la única que nos llevó tortas a la delegación.
Estuvimos detenidos una semana porque las declaraciones se complicaron. Las indagaciones
de orden criminal son un verdadero embrollo. La prensa seguía detenidamente el
suceso.
“Carmensa” efectivamente mató al tipo.
Quien resultó ser hijo de un empresario muy influyente en el puerto; por
lo que su papi nos quería matar. El padre pensaba que su hijito era todo un
angelito. En realidad era un mantenido y además padrote. “Carmensa, no era la primera vez que pisaba
un juzgado y ya tenía antecedentes penales. Se habló insistentemente de un
“crimen pasional”. Mentira, todo fue
circunstancial y fortuito.
Los periódicos escribían pestes: “Zafarrancho entre poetas, homosexuales, y
exóticas”. “El santoniño”, aparecía dormido con sus barbas descansando sobre
una mesa. A “carmensa”, la retrataron con la botella rota en la mano. Los
involucrados aparecíamos en los diarios como sacados de un cuento de
Edgar Alan Poe. Y mejor continuamos la
historia otro día. ¿Les parece?
Pero, bueno, dicen que: “La fama está hecha de papel periódico”.
Cuando
era una chica ingenua y el destino no me había traicionado...
¡Hola amigos! ¿Ya leyeron la novela que me
reivindica como ser humano? Les aseguro que se enterarán de cosas que me
sucedieron y que mi público no tiene ni idea.
Leerán mi diario, mis poemas, aspiraciones, sueños, y mis deseos
romántico sensuales más ocultos.
También escenificaré una violación que sufrí en la infancia. Algo que no le deseo ni a mi peor
enemigo. Deseo que jamás se vuelva a
repetir porque es un trauma que nos marcan para siempre. Un beso a mis fans, y a los lectores de José
de Cádiz, un fuerte abrazo. MM.